miércoles, 29 de abril de 2009

Ver para creer



Cómo convierten los medios uno de los motivos de mortalidad mas elevados en las sociedades modernas, en un espectáculo mediático desprovisto de toda ética.

Hay quienes dicen que se ha mediatizado un tema sobre el que mucha gente no conocía lo suficiente, y ha servido como fuente informativa. Otros, consideran que el fin justifica los medios y que, al fin y al cabo, se ha tratado con tacto.

¿Cómo puede un programa de televisión comprar la vida de nadie? Sin hacer referencia a asuntos religiosos –hay quienes pondrán el grito en el cielo—solamente considerando en qué lugar deja este hecho a la sociedad actual, cómo puede dar audiencia el ver cómo poco a poco un individuo se deteriora tanto física, como moralmente.

Y aún más, cómo alguien puede hacer pasar a su familia y entorno más íntimo, una situación así, de cara a la opinión pública y sin ningún tipo de intimidad.
Jane Goody tenía 27 años cuando falleció el 22 de marzo de este año. Como ocurre siempre que alguien entra en un reality show y mantiene una convivencia polémica, Goody salió de la casa del Gran Hermano británico, y empezó su despegue mediatico hacia el estrellato.

Su fama y reputación adquiridas habían conquistado al público y esto le permitió emprender alguna aventura empresarial (escribió dos autobiografías, abrió un salón de belleza y lanzó un perfume propio) y volver a participar en Gran Hermano, pero esta vez en la edición india.
Allí su convivencia resulto cuanto menos polémica. Tuvo un enfrentamiento racista con una de las participantes del reality, que tuvo repercusiones internacionales más allá de las pantallas.

Hasta aquí el perfil de Gane Goody sigue el patrón de todo “gran hermano”, “triunfito” o participante de este tipo de concursos en general, que aprovechan su paso por las pantallas, para hacerse un hueco en el “mundillo de la fama”.
Sin embargo, Goody no se quedó ahí. Mientras participaba en el concurso indio, le informaron de que tenía cáncer. Desde ese momento, hizo de su vida un escaparate en el que vendía su enfermedad para conseguir dinero, con el fin de que sus hijos pudiesen labrarse un futuro.
¿Desde cuándo en la educación de unos niños es más importante el dinero que un buen ejemplo a seguir? No se critica la intención de una madre que pretende darles lo mejor a sus hijos, y cada uno sigue un camino; sino que una persona, por el hecho de serlo, tiene que saber establecer unos límites, y el morbo por el morbo, sobrepasa los límites.

Bautizo, boda, tratamientos, hospital, caída del pelo, cambio de imagen… todo, menos la muerte. Lo que desde el principio se planteaba como el premio final de su trayectoria mediática, quedó en la intimidad. El “reportaje sobre medicina” no se prolonga más allá de la muerte.


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