sábado, 14 de marzo de 2009

Julian Beever...según lo mires

Pasear por las calles de Alemania, Bélgica, Londres, Madrid, Estados Unidos, Australia… y encontrar, de pronto a Julian Beever dibujando con tizas, formas que de entrada parecen amorfas. De pronto, justo en el ángulo adecuado, todo cobra sentido.

Julian Beever nació en Bélgica y con medio siglo de edad lleva desde principios de los años noventa recorriendo el mundo plasmando su arte en las aceras de las calles. Arte en estado puro, pero que, sin embargo, dura menos de 24 horas. El tránsito de los viandantes acaban por borrarlo todo.

Se interesó por la pintura en la calle cuando reparó en un bloque de baldosines que estaban apilados en una acera, y posteriormente trato de recrear la perspectiva en un concurso de dibujo. Aunque ha realizado pinturas en formatos tradicionales y otros trabajos, se ha forjado una merecida reputación con sus trabajos de “engaño óptico”.
Terminar una de sus obras puede llevarle tres días, y dependiendo por completo de la meteorología; un día de lluvia, es un esfuerzo en balde.
Su trabajo consiste en engañar al ojo humano. Para ello utiliza la técnica de la anamorfosis, una práctica que nació entre los siglos XV y XVII a manos de Leonardo da Vinci y Hans Holbein. Consiste en emplear la perspectiva para hacer que imágenes realizadas con una determinada distorsión, se vean de manera correcta empleando una superficie curva o desde un ángulo concreto. Ayudándose de las lentes de una cámara para conseguir el ángulo necesario, Beever transforma una imagen realizada en 2D, en una en 3D con un “relieve perfecto”. Trucos…


Aunque a veces trabaja con un fin comercial, confiesa que su arte “es para cualquiera, para gente que no entraría en una galería de arte. Es el arte para el pueblo”.

Consulta su página web: http://users.skynet.be/J.Beever/

Arte...indefinible, sin fronteras.

Un lienzo, una fotografía, un poema, una construcción, un trazo, un váter, un cartel, un anuncio, una pintada, un baile, una canción, una mirada, un vestido…
Permítanme presente este blog. Arte. Arte tratado “de tú a tú”. Sin elitismos, sin esquemas encorsetados, sin salas frías abarrotadas de gente. Arte en lo cotidiano. Arte en cada una de las cosas que nos rodean. TODO ES ARTE. Como dijera Queiroz, “el arte es un compendio de la naturaleza formado por la imaginación”.
Jugar a tratar el arte sin etiquetas; dar una oportunidad a aquello en lo que no se repara, o de hacerlo, no se valora como se debiera. Puede gustar o no, pero por lo menos, darle cabida. La paleta de colores existentes es enorme, y si sobreviven, es porque hay alguien dispuesto a usarlos.
El talento va ligado al arte de la misma manera que lo hace la belleza. ¿Quién tiene talento y quién no? ¿Qué es belleza? No hay respuesta, o mejor dicho, hay tantas respuestas como personas en el mundo. Hace años, sólo se toleraba como arte aquel que dormía en museos y teatros. Hoy, la calle es un escenario de honor más.
En un estudio realizado en Canadá sobre el cerebro de Einstein, intentando averiguar qué características extraordinarias provocaban su genialidad, su talento, se extrajeron particularidades que, aunque no eran extensibles a leyes generales, esbozaban una explicación: El cerebro era más ancho de lo normal y tenía características distintas en el lóbulo parietal, que es el encargado del pensamiento matemático y de la capacidad cognitiva visual-espacial. El talento de Einstein respondía a un fenómeno genético.
Es posible que en unas décadas se descubra cuál es el gen portador del talento, y pueda afirmarse que el arte es una cuestión científica. Sería una tremenda decepción para todos aquellos que durante años y años aseguraron que consistía en propiedades divinas.
Fuere como fuere, el arte es una forma de expresión del ser humano. Cada pensamiento transmitirá algo nuevo, algo original. Arte o no, bello o no, es una valoración relativa. La cuestión es, como decía Goethe, que “el arte es el mediador de lo inexplicable”, no hay que tratar de encontrarle sentido.